Estando en Hong Kong, se deben separar dos días extra: uno para ir a Disneyland, y otro para ir a Macao. Al primero no pude ir, porque no lo incluí en la visita (y me arrepiento), pero al segundo destino sí que pude ir.
Para ir de Hong Kong a Macao, la opción es el ferry, que sale desde la estación Sheung Wan (justo al lado de Central). El precio oscila entre los 150 y los 200 dólares por trayecto, que dura aproximadamente una hora. No obstante, existe la posibilidad de tomar un helicóptero (ahora me arrepiento de no haberlo tomado); obviamente cuesta más (300 o 400 dólares por trayecto, pero se llega en 15 minutos, más o menos).
Hay que tener en cuenta que Macao tiene su propia aduana, y obviamente se está saliendo de Hong Kong, así que hay que llevar el pasaporte. Antes de llegar a inmigración, hace falta llenar un papel de salida (similar al que se rellena al entrar a Hong Kong).
Pregunté en la oficina de turismo qué me recomendaban para una visita de un día, y me enviaron directamente a Portas do Cerco (la frontera de Macao con China). El bus cuesta 3 patacas (que son como 3 dólares), y es el número 3 o 3A. Yo compré el billete en el puesto que hay justo al lado de la parada de bus, pagando con 10 dólares (el cambio me lo dieron en patacas). Conviene cambiar al menos 50 dólares en patacas, para poder comprar el billete de bus, y comida. Yo no lo hice, pero hubiese estado bien.
El trayecto entre la estación de ferry y Portas do Cerco dura como 15 minutos, y se nota la diferencia entre Hong Kong y Macao (la gente, la arquitectura, el ambiente, todo es diferente).
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Desde Portas de Cerco, se puede ir caminando hasta el templo Lin Fong. Justo detrás está la Fortaleza de Mong Ha. A partir de ese punto, todo es barrio residencial, así que es seguir bajando hasta llegar hasta las ruinas de St. Paul. Antes se puede visitar el jardín de Lou Lim Leoc o el Cementerio San Miguel. Todo esto es opcional, ya que estaba “en mi camino”; mi ruta fue improvisada y personalmente disfruto descubriendo este tipo de atracciones por mi cuenta.
Al llegar a las ruinas de St. Paul, se puede visitar (un “must”) la Fortaleza do Monte, que tiene en su interior el Museo de Macao. Desde aquí se puede llegar a la Iglesia de Sé, y recorriendo los alrededores, a la Catedral, la Casa de Lou Kau y el Largo do Senado. Yo me desvié hasta llegar al Jardín San Francisco, para llegar hasta la Avenida de Amizalde, donde se encuentran los más famosos casinos, y la ruta del Grand Prix Macau.
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Siguiendo esa calle, se puede llegar caminando hasta el terminal del ferry, en donde tomé un descanso para regresar a Hong Kong.
Cuando estaba en el colegio, aprendí una consigna en matemáticas: “lo que se pueda simplificar, se debe simplificar”. Viajando, he aprendido que “los lugares que se puedan visitar caminando, se deben visitar caminando”. Puede que haya estado menos de 7 horas en Macao; sin embargo, pude recorrer la ciudad de un extremo a otro, pasando por algunos de los puntos más importantes. También pude admirar su arquitectura, que en muchos momentos me hizo sentir de nuevo en Europa (se nota bastante la influencia que tuvo Portugal en la región). Si tuviese la oportunidad de ir de nuevo, dedicaría 4 días, para poder así ir a la isla de Taipa y Coloane; obviamente para admirar a Macao de noche, y poder entrar en alguno de los casinos de lujo (en este viaje entré a uno, pero que estaba al lado de la estación de ferry y que tenía poca cosa interesante).
Sólo el tiempo dirá si volveré a este antiguo enclave portugués en el futuro, o si esta visita será la que me lleve por siempre.
¿Y tú, has estado en Macao? ¿Añadirías algo?