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Pamplona: una pequeña escapada con un gran encanto

Muchas veces no necesitas grandes presupuestos para realizar esas pequeñas escapadas que te pueden alegrar las vacaciones.

Desde Barcelona, y por cerca de 55€ se puede llegar a Pamplona en bus; el trayecto dura alrededor de 6 horas, y si se cuenta con los elementos de ocio adecuados, el viaje no se hace tan largo.

Pamplona no es muy grande, así que a paso ligero se puede recorrer en una tarde (que fue lo que hice). Justo al llegar a la estación nos encontramos con la Ciudadela, un antiguo conjunto militar, que vale la pena ver (ahora es un parque).

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Muy cerca de la Ciudadela tenemos los Jardines de la Taconera, en donde se pueden visitar los portales (como el Portal de San Nicolás), que eran las antiguas entradas a la ciudad cuando ésta estaba rodeada de murallas.

Siguiendo por el parque, nos encontramos con el paseo de Ronda, que va por encima de la antigua muralla, y que nos lleva hasta el Museo de Navarra y a los Corrales de Santo Domingo; desde este punto, subiendo por la calle de Santo Domingo (paralela al museo) se llega al Ayuntamiento.

A partir de este punto es un poco seguir callejeando; en mi caso, seguí los consejos de este blog y el google maps (no iba con intención de conocer algo en particular).

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Olite y Artajona:

Gracias a la ayuda de un amigo (al que le debo una gran estancia en Pamplona), pude conocer el Castillo de Olite, cuya majestuosidad es innegable, pese a ser una reconstrucción y no contar con los decorados originales.

Olite está a una hora de Pamplona en autobús (nosotros llegamos en coche en media hora aproximadamente); pese a no ser muy grande, está bien recorrer las callejuelas de este pueblo que tiene su encanto.

Artajona fue el último destino, y pese a ser también un pueblo bastante pequeño (y casi fantasma cuando lo visitamos; tal vez por ser Diciembre), tiene como atractivo el Cerco de Artajona, una de las construcciones medievales más importantes de Navarra.

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Incluiría en esta crónica una pequeña guía de restaurantes para comer (la comida navarra tiene muy buena fama), pero aquí pequé en gran manera, ya que el supermercado de turno fue mi fuente de energía (también me sirve de excusa para volver, puesto que el encanto de la zona me obliga a repetir visita).

¿Habéis estado en Navarra, y en Pamplona concretamente?

Aventura 2: Lanzarote

 (viene de la anterior entrada)

Mi hostal en Lanzarote se encontraba en un caserío llamado El Cuchillo, así que para llegar allí tuve que hacer varios transbordos para llegar allí: Desde Playa Blanca (que es en donde el ferry desde Fuerteventura hace su última parada) a Arrecife, y desde allí, tomar otro autobús hasta El Cuchillo.

Al llegar al hostal, me encontré con una casa de primera categoría: piscina, grandes espacios comunes, todo muy limpio y ordenado. Laura, la encargada, sabía que no llevaba coche, así que me presentó a Álvaro, que también justo acababa de llegar y que comenzaba esa misma tarde con la ruta por Lanzarote.

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Dia 0 – Parte norte:

En una tarde se pueden recorrer tres sitios de interés que están relativamente cerca:

La Cueva de los Verdes, los Jameos del Agua y el Mirador del Río.

El precio de las entradas de estos tres sitios tiene descuento si se compran después de las 15h; también hay un bono que incluye las tres, pero sale a cuenta si se compran por la mañana.

La Cueva de los Verdes es uno de los puntos que más me gustó del recorrido: es una gran cueva, restos de una de las tantas erupciones volcánicas que ha sufrido la isla, y que tiene muchos contrastes en sus paredes.

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Los Jameos del Agua, por el precio que tienen, no valen mucho la pena. Hay una especie de laguna subterránea, que tiene encanto, es verdad, pero el jameo artificial no deja de ser una piscina con una palmera (me sentí estafado en esta parte); me esperaba más ya que cuesta igual que la entrada para la Cueva de los Verdes.

El Mirador del Río también es un sitio que se puede obviar, ya que las mismas vistas que se tienen desde el mirador, se pueden tener al lado, así que no hace falta “pagar el peaje”.

Desde el mirador se puede observar la isla de la Graciosa.

Por la noche, y pese al cansancio, hicimos una parada en Teguise, ya que a Álvaro le habían contado que era la noche blanca: una fiesta que se hace una vez al año en ese pueblo,¡pues vaya coincidencia! Efectivamente, una noche llena de conciertos, actividades nocturas, chiringuitos vendiendo alcohol, y mucha fiesta. El ambiente era como una fiesta de barrio, pero más local (básicamente sin los guiris que invaden Gràcia en la Festa Major); se estaba bastante bien, pero teníamos que marchar, ya que nos esperaba un día largo.

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Dia 1 – Timanfaya:

Una de las visitas estrellas de la isla es este parque, ya que tiene aquellos paisajes de postal que siempre vemos cuando se trata de Lanzarote. Para llegar allí es indispensable el coche, y se debe ir muy temprano (a las 9h ya está bien), ya que si se llega después, el coche debe hacer fila para entrar. Después de comprar la entrada, se aparca el coche y uno se dirige a un autobús autorizado, que se encarga de hacer la ruta por el parque (no se puede ir por libre). El recorrido dura poco menos de una hora, y se va explicando la historia de la isla y de las erupciones más importantes (la última fue en el siglo XVIII, eso quiere decir que en cualquier momento, la isla sufrirá una erupción; mejor visitarla pronto).

Después del recorrido por Timanfaya, nos fuimos a Los Hervideros (sitio que ya podría tener otro nombre, porque no tiene nada que ver con el lugar); unas cuevas formadas y talladas por el mar, que tienen una belleza particular. Llama bastante la atención el paisaje de piedras negras juntándose con el mar, es una vista que definitivamente no se tiene todos los días.

Desde los Hervideros se puede ir hasta el Charco de los Clicos, en donde se encuentra aquella famosa laguna verde, que huele a azufre (contenido en sus aguas), y a las algas que están en su interior.

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La siguiente visita fue a las Salinas de Janubio (no toma más de 10 minutos estar allí, y personalmente, se puede saltar perfectamente si no se tiene tiempo), y desde allí nos fuimos a las Playas del Papagayo y Playa Mujeres.

Las playas del Papagayo y Mujeres están en un parque natural, el costo es de 3 euros por coche y el camino es escarpado (es muy entretenido pero mal para la suspensión de los automóviles).

No soy hombre de playa, y las razones por la que me sumergiría en una playa son:

no hay gente, la arena es negra, el agua es cristalina.

Ninguno de estos factores estaba presente en estas playas, que estaban muy concurridas, y sí, pese a que para la gente “mainstream” estaban bien, no lo estaban para mí (nada que ver con las playas que me encontré en el Cotillo, justo al lado del faro y que las recomiendo 100%).

Después de haber estado estirados cuan ranas plataneras bajo el sol, hicimos nuestra ruta de vuelta al hostel.

Era la última noche de Álvaro (al que le debo el haber cumplido con mis expectativas de la visita a Lanzarote en tan sólo dos días), así que nos fuimos pronto a descansar.

Dia 2 – Arrecife:

Desde el Cuchillo a Arrecife son menos de 55 minutos y el bus pasa cada hora, así que se deben planificar muy bien los horarios para no perder el autobús.

Arrecife es una ciudad pequeña, que te hace sentir como si estuvieses en alguna parte del Caribe latinoamericano: casas blancas, palmeras, acento canario que siempre se confunde con el de algún país de América Latina, puestos de comida en las calles… son un conjunto de detalles que te hacen sentir muy bien.

Vale la pena visitar el museo de historia, que a la vez es un antiguo fuerte, y para los amantes de las playas, hay un gran paseo marítimo que llega hasta Puerto del Carmen, con unas grandes vistas. Para este tramo, recomiendo alquilar una bici (caminando es un trozo que toma un buen tiempo).

Arrecife es para callejearla, y descubrir sus encantos por libre (yo soy de ciudades, así que es una actividad que me fascina).

Dia 3 – La Graciosa:

Laura, mi organizadora de viajes personal (¡te debo mucho!), le comentó a Paolo (su mejor amigo) que estaba sin coche, y éste me invitó a ir con él y su novio a la Graciosa.

La Graciosa es un islote que queda cerca a Lanzarote, y que se puede ver desde el Mirador del Río. Se llega allí tomando un ferry que sale desde Orzola (15 euros ida y vuelta), y que en algunas opciones, te llevan haciendo un tour por la isla, etc. Nosotros fuimos por libre; desde el puerto nos fuimos caminando, y llegamos hasta el Monte Amarillo. En la base de la montaña, hay unas playas preciosas, de agua cristalina, pero un poco concurridas. Pese a ello, estuvimos gran parte del día allí, haciendo un poco de vida social con los nativos y de vez en cuando nadando en el agua (bueno, Paolo y Mateo; yo me quedé en la arena viendo la vida pasar).

La Graciosa es un buen destino si se quiere pasar el día en la playa, o si se desea tener algo de aventura en bici. Nosotros no lo hicimos porque precisamente el camino hasta el Monte Amarillo es de arena, y nos desaconsejaron totalmente la bicicleta (cuando estábamos transitándolo entendimos la razón: la arena es suave y era complicado caminar sin que los zapatos se sumergiesen en ella).

Por la tarde regresamos (el ferry se puede tomar en cualquier momento, teniendo en cuenta que sale cada hora) y después de hacer una que otra parada, ya estaba de vuelta en el hostel.

El día extra que me quedaba en Lanzarote, lo aproveché en el hostel, disfrutando de la piscina, comiendo y relajándome al máximo. También me dio tiempo para sacar una que otra conclusión:

  • Si vienes a las islas, necesitas SÍ o SÍ, coche. Fui bastante naíf al pensar que me podría movilizar por mi cuenta, pero no es así. Las distancias son largas y la bici en muchos tramos no es viable.
  • En caso de que decidáis venir sin coche, debéis quedaros en una de las ciudades principales, ya que desde allí podéis contratar uno de los tantos tours que recorren la isla, y así no os perderéis de nada (lo que debí haber hecho yo).
  • Si la intención es visitar Fuerteventura y Lanzarote, las ciudades para alojarse, por comodidad de transporte: Corralejo en Fuerteventura (aquí sí que acerté), y Playa Blanca en Lanzarote. Desde Playa Blanca salen muchos tours y se puede disfrutar perfectamente de la isla si no se tiene coche.
  • Hace falta una chaquetilla por la noche. Es verano, sí; es África, también; pero por la noche hace un poco de frío, así que una chaqueta ligera no viene nada mal, especialmente si se sale a dar una vuelta por ahí.
  • Tenéis que probar el mojo canario y las papas arrugadas.

¿Qué otros consejos tenéis antes de viajar a Canarias?


Aventura 1: Fuerteventura

Siempre se dice que acabas conociendo más el extranjero que la propia tierra en donde vives, y es verdad. En mi caso tengo muchas asignaturas pendientes con España, y tenía que empezar con las islas Hawaii de Europa: Canarias.

Las Islas Canarias están compuestas por siete islas, y se requiere tiempo para visitarlas todas. He decidido escaparme y comenzar con dos: Lanzarote y Fuerteventura.

Es relativamente sencillo visitar estas dos islas en un solo viaje, debido a su cercanía. Yo decidí tomar un vuelo desde Barcelona a Lanzarote, y “pasar” a Fuerteventura en ferry.

Fuerteventura:

Para llegar a Fuerteventura desde Lanzarote es relativamente fácil: al llegar al aeropuerto se busca la parada de autobuses que llevan a Playa Blanca, que está al sur de la isla. El tiquete cuesta 3 euros (aprox), y tarda 45 minutos, más o menos.

Al llegar a la estación de guaguas de Playa Blanca, hay que caminar unos 10 minutos hasta el puerto, se ve clarísimo el muelle desde donde parten los ferrys hacia Fuerteventura. Hay varias líneas que cubren el trayecto, así que es cuestión de preguntar en las diferentes taquillas cuál es el próximo en salir (el precio es de 25 euros por trayecto). Al llegar a Corralejo (el puerte de destino en Fuerteventura), se tiene una parada de autobús, dependiendo al pueblo al que se quiera ir.

Como mi hostal estaba en Corralejo, fue cuestión de ir caminando unas cuantas calles.

Dia 1 – Isla de Lobos:

Me encontré con una pareja de austriacos en el hostel, Chris y Suzie, con los que hice muy buenas migas, así que con ellos me fui a la Isla de Lobos.

Desde Corralejo salen los ferrys hacia la Isla de Lobos (hay muchas opciones), pero siempre el precio está alrededor de 15 euros (ida y vuelta).

Yendo temprano, se puede recorrer la isla caminando sin ningún problema. Hace falta llevar agua y frutas para comer, pero aparte de eso, es una isla bastante amigable. Recomiendo subir primero a la Montaña de la Caldera, continuar hasta el faro de Martiño (que queda en la otra punta), y regresar por el otro camino (hay dos) hasta el Puertito y las Lagunillas (indispensable bañarse en las Lagunillas).

Nota: hace falta utilizar un buen bloqueador solar.

Dia 2 – Las dunas:

Para llegar a las dunas se necesita, o ir en bus (el que va a Puerto del Rosario), o ir en coche. En mi caso, y gracias a que Chris tenía coche de alquiler, llegamos con bastante facilidad a las dunas.

Visitar esta parte del Parque Natural de Corralejo es un “must”; si habéis estado en Marruecos, en las dunas de Merzouga, encontraréis este paisaje muy familiar: dunas, calor, arena fina, y la sensación de que estás en medio de la nada. La diferencia está en que puedes ver el mar justo al lado, dando un contraste particular al paisaje.

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La playa que está al lado no es apta para el baño, pero está llena de surfistas gracias a las olas que se prestan para ello.

De aquí, decidimos ir a Puerto del Rosario, dar una vuelta por allí, y regresar a Corralejo.

Esta vez, y pese al cansancio, decidimos salir un poco por Corralejo (es en donde la “fiesta” es más intensa). Debo decir, que Corralejo es un pueblo lleno de locales para turistas, con “guiris” a rebosar, pero que buscando y conociendo a la gente, puedes encontrar sitios con encanto. El pueblo está habitado en gran parte por italianos, lo que hace fácil el encuentro de muy buenos restaurantes, panaderías y heladerías italianas. Si decidís salir de copas, sólo necesitáis dos nombres: el Waikiki y el Banana; ahí os lo dejo.

Dia 3 – El Cotillo:

Suzie se puso enferma, así que tuve que irme solo (como es habitual) a El Cotillo. Me habían recomendado bastante este pueblo, así que lo tenía que visitar sí o sí. El bus que va a El Cotillo NO sale desde la estación de guaguas del puerto, sino que sale desde la parada de autobús que está justo al lado del centro de salud, en la Avenida Juan Carlos I (este dato no es tan fácil de encontrar por internet), y sale un bus cada hora.

El Cotillo es un pueblo pesquero, pequeño y muy local. Tiene un pequeño fuerte que se puede visitar, y allí hay unas cuantas tiendas desde donde se pueden contratar diferentes actividades lúdicas (acuáticas y terrestres, como recorrer la zona en quad).

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Desde El Cotillo hasta el Museo de Pesca Tradicional hay de 30 a 45 minutos más o menos caminando (se puede seguir la carretera o acortar camino por el “desierto” que hay al lado de la playa); es un antiguo faro, y alrededor hay diferentes playas de arena y piedra, que valen la pena gracias a sus aguas cristalinas y a los restos geológicos que albergan.

El bus hacia Corralejo sale desde la misma estació de guaguas de El Cotillo (no hay muy buena información allí, pero el bus hace su parada allí).

Dia 4 – Camino a Lanzarote:

Hora de hacer check-out, de las despedidas (que no me gustan nada), y de tomar el ferry desde el puerto hasta Playa Blanca.