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Día 1: de Marrakech a N’knob (pasando por T’zizn Tichka)

El primer día de excursión suele ser uno de los que más expectativas genera. La noche anterior llegaba de Barcelona casi a media noche, y había dormido sólo 4 horas. El hotel era un hotel de aquellos funcionales, y mi primer impacto fue el desayuno. Había olvidado por completo el aspecto musulmán de la situación, y obviamente, de los jamones y mortadelas que estoy acostumbrado a comer, no había nada. Al final, mi plato favorito del día se resumió en un zumo de naranja.

 Después de hacer las presentaciones de rigor con los demás miembros del grupo, comenzamos el viaje hacia Ouarzazate “el Hollywood de África” según Xavi, por tener los estudios de cine Atlas. Durante el camino hicimos una parada en el valle de T’zizn Tichka (la montaña en donde nos detuvimos tiene un poco más de 2000 mts de altura). La vista es impresionante, más que nada por lo árida de la zona (un común denominador que descubriría en los siguientes días).

Durante el camino, nos fuimos cruzando con diferentes poblados; las casas están construidas con la misma tierra de la zona, es decir, la transforman en una especie de barro y forman los ladrillos, de ahí que las casas tengan el color del desierto. En la carretera, los lugareños van vendiendo sus productos (como el aceite de argán, que es hecho por cooperativas de mujeres), cristales minerales (que resulta que no son tan originales como los venden), o chivo asado. Si reemplazara el terreno árido, y lo reemplazara por cultivos de papa, y zonas fértiles, ese camino sería un camino más de la zona andina colombiana; la similitud es impresionante.

Después de abandonar la zona de Ouarzazate, cruzando el Anti-Atlas, nos dirigimos al valle del Draa, que es como un cañon del Colorado , pero en pequeño. Es totalmente rojizo, y al lado de las pequeñas colinas se forman una especie de terrazas naturales (obra y gracia del río Draa y del viento).

Para comer nos fuimos a una casa berber típica. El ambiente era muy rústico pero la comida estaba deliciosa. Compartimos un buen momento, y aprovechamos para comenzar a conocernos los unos a otros.

Una constante del viaje (que comenzó allí) fue el tajín y la tortilla berber. Aparte de beber agua, comimos estos dos platos hasta que ya el último día no queríamos ver uno más. Eso sí, están buenísimos. La fruta fresca tampoco podía faltar a la hora del desayuno y del postre.

Siguiento al ruta hacia el sur, hicimos una visita al Kasbah Tamnougalt, un sitio construido en el siglo XVI, en donde convivían, aunque de manera separada, judíos y musulmanes. Gran parte del kasbah está en mal estado, pero aún se pueden apreciar varias de las dependencias (de la misma manera que existen cerca de 30 familias, viviendo juntas). Las construcciones están hechas de barro y paja, y los tejidos con madera de palisandro.

Al acabar con la visita del Kasbah, nos dirigimos al N’knob, en donde el hotel también es un antiguo kasbah, pero totalmente remodelado. Despúes de un día bastante agotador (y con un calor, que pese a ser elevado, no llega a ser desesperante como el verano en Barcelona, gracias a la ausencia de humedad), decidimos tirarnos a la piscina, pasar un buen rato, y comenzar un taller de blogs.