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5 cosas que te encuentras en una residencia universitaria china

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Volver a la vida de estudiante después de unos cuantos años puede ser un proceso bastante engorroso: volver a madrugar, hacer deberes en casa, repasar apuntes…

No es lo mismo hacer un curso (de chino en mi caso) un día a la semana, y en donde puedes presentar un trabajo sencillo cada semana, que estar todos los días yendo a clase y responder por asignaturas. Pues bien, ahora estoy en esta situación.

Si al proceso de asistir a clase, le añadimos el convivir día a día con tus compañeros, ya que vives, comes, y realizas actividades juntos, el cambio es muy profundo, aún más cuando ya llevas tiempo viviendo independientemente y trabajando para llevar una vida marcada por tu propio ritmo.

Estos cinco puntos son una muestra de lo que te espera si te decides a vivir una experiencia similar:

Compartir habitación: pues sí; si ya compartir piso puede ser kármico, el compartir habitación con uno de tus compañeros de clase puede ser un pequeño infierno. Es la típica escena de película norteamericana en donde el nuevo (en mi caso) llega a la habitación diciendo: “hola, mi nombre es Pepe y seré tu compañero”. Durante los primeros días te encargas de “marcar territorio” y en algunos casos ganas, pero en otros (como el escuchar ronquidos) la batalla está perdida.

La electricidad: tenemos unas cuotas fijas de electricidad, y si las sobrepasamos, debemos pagar el extra. No habría ningún problema, si no fuese por el desequilibrio de gasto energético que puede haber entre compañeros. Mientras que uno puede tener a duras penas un ordenador, el otro puede tener ordenador, playstation, televisor, y además, dejar la luz encendida casi toda la noche (no hace falta decir en cual clasificación estoy yo).

Zonas WIFI: cualquiera pensaría que a estas alturas de la vida, todos los sitios públicos deberían tener una zona WIFI, especialmente en una universidad. En nuestro caso, la residencia no tiene WIFI, porque se debe pagar aparte.

Comedor universitario: la zona chill out del mediodía. Tengo que ser sincero: tenía mucho miedo por la comida china, pero al final, en la cantina universitaria he podido encontrar esos platos con los que sobreviviré durante 6 meses. Eso sí, nos han engañado en ese aspecto con la beca, ya que del dinero que nos dan, debemos pagar la comida (menos dinero para salir).

La vida comunitaria: no soy mucho de andar en grupos; sin embargo, al estar en un país lejano, para aprender un idioma (o practicar los otros que tienes oxidados), es necesario relacionarse para alcanzar los objetivos o para simplemente sobrevivir, (por tu cuenta es muy difícil o tardas mucho más en saber en donde puedes lavar la ropa o en donde conseguir pizzas). Es tal vez la parte que más me está costando pero que a su vez está expandiendo mi zona de confort.

Obviamente cada universidad es diferente, y en otros casos las circunstancias sean mucho mejores (o peores, como es el caso de mis colegas chinos que están al frente, y en donde comparten habitación seis personas, un solo baño y las duchas están en un edificio contiguo; les prometo que salir en chanclas en invierno en Beijing no es nada agradable), aún así, espero que se puedan hacer una idea de lo que es vivir en Beijing en una residencia universitaria.