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Una experiencia en Zhangjiajie

La joya de la corona en Hunan en cuanto a turismo, es sin duda el parque natural de Zhangjiajie. Ubicado en la ciudad del mismo nombre, este parque se ha vuelto en los últimos años bastante famoso gracias a la película Avatar, ya que sus paisajes inspiraron los escenarios del planeta Pandora.

Al ver la comunicación del parque, las distancias, y la cantidad de cosas para ver, decidí no ir por cuenta propia, sino con un grupo turístico; de esta manera es fácil ahorrarse la preocupación de hoteles, transporte, comida, etc., y sólo dedicarse a disfrutar.

Primer día: Cueva del dragón amarillo.

Salimos de Changsha a las ocho de la mañana, y a mediodía ya estábamos en Zhangjiajie. Después de comer, nos dirigimos a la cueva. El recorrido dura dos horas aproximadamente, y es recomendable seguir las instrucciones del guía de la cueva, ya que uno se puede perder fácilmente allí adentro.

El interior es magnífico, escalactitas, chorros de agua dentro de la cueva, un río subterráneo, escaleras interminables con puentes en piedra que dan la sensación de estar en una película (personalmente me sentía en Moria).

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Para empezar el viaje, las cuevas fueron un buen aliciente.

Lo malo de viajar en grupo, es que no puedes entretenerte demasiado. Yo me hubiese quedado más tiempo, pero el guía del grupo nos esperaba, así que tuvimos que acabar “just in time” para encontrarnos en el bus y hacer check-in en el hotel.

Segundo día: Elevador Bailong y la montaña Tianzi.

Después de desayunar en el hotel (un desayuno típico chino: chou, fideos, mantou, arroz…) el bus nos llevó hasta Bailong. Este ascensor te lleva a uno de los tantos puntos desde donde se puede divisar el parque; personalmente, no lo encontré muy interesante. Tal vez a la gente le llama la atención porque es de cristal, pero aparte de ello, no vale la pena perder el tiempo allí, especialmente si se tienen pocas horas.

Desde allí nos desplazamos hasta Tianzi, y esta parte sí que me gustó más; hay diferentes plataformas para poder apreciar el paisaje y las montañas, y pese a que generalmente están abarrotadas de gente y de fotógrafos autorizados por la administración del lugar, se llega a disfrutar en grande de la zona.

https://www.flickr.com/photos/kiketapia/28724708305/in/album-72157671909636415/

Al acabar de hacer el recorrido (los caminos están marcados) nos dispusimos a comer y nos dirigimos a otro punto dentro de la montaña; desde allí se ve otra perspectiva del parque, y después de una explicación, descendimos caminando la montaña. Fueron dos horas cuesta abajo, pero por el camino íbamos disfrutando del paisaje, y podíamos ver a los monos yendo y viniendo a lo largo del recorrido. Agotados después del descenso, regresamos al hotel.

Tercer día: Villa de Huanshi.

Uno de los mejores días definitivamente para mí, ya que por fin pude hacer montañismo como se debe. Este punto es otra de las entradas del parque, y tiene diferentes rutas, entre las que se encuentra una plana, a lo largo de un riachuelo, y en donde se pueden conocer los escenarios en donde la serie china “Viaje al Oeste” fue filmada. El riachuelo es precioso, y aunque quería hacer el recorrido, el tiempo no lo permitía. Como sólo tenía dos horas disponibles, me dispuse a subir una montaña (otra de las rutas disponibles) para llegar a la Villa de Huanshi. Durante el descenso se van encontrando diferentes puntos interesantes. No me dio tiempo de llegar hasta la villa; sólo pude llegar a la puerta del cielo sur (uno de los tantos puntos que se van encontrando).

Esta parte del parque me dio mucha pena no poderla haber disfrutado como se debía (es lo malo de viajar con grupos programados); seguramente se necesita al menos un día entero para poderlo visitar al 100%.

En esta ocasión, el transporte nos llevó hasta la ciudad (Zhangjiajie) y nos hospedamos en otro hotel (este hotel sí que estaba en las condiciones que me gusta, ya que era un cuatro estrellas). Como teníamos la tarde libre, aproveché para recorrer un poco las calles de la ciudad.

Cuarto día: Tianmenshan.

El último día fue para Tianmenshan, una montaña que no está en el parque natural, sino al lado de la ciudad. Para subir allí, es necesario madrugar bastante (a las 6am estábamos en la estación, y ya había gente haciendo fila para comprar las entradas). La estación está en el centro de la ciudad, y desde allí salen los autobuses o el metrocable que va directo a la cima de la montaña. Allí hay una ruta predeterminada y es sólo cuestión de seguirla. Una de las primeras atracciones es una plataforma de cristal (no apta para cardiacos), y a partir de allí, la ruta es una especie de plataforma que va serpenteando la montaña. Se llega a un templo, el cual se puede visitar, y luego se va hasta el punto más alto de la montaña por medio de otro metrocable (no es precisamente un metrocable, son las típicas sillas que te transportan cuando vas a esquiar).

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El día que visitamos Tianmenshan, había bastante niebla; personalmente me gustaba el toque que le daba, pero lo malo es que te ocultaba todo el paisaje, y sólo se podía apreciar a ratos la real dimensión de la montaña.

Desde el punto más alto, descendimos 20 minutos hasta llegar a la entrada de lo que han sido hasta el momento, las escaleras eléctricas más eternas en las que he estado. Minutos y minutos descendiendo en unas escaleras largas e interminables, hasta llegar a Tianmendong, que es una especie de puerta natural gigante en medio de la montaña, y que es famosa porque varios paracaidistas la han atravesado.

Redbull también realiza diferentes campeonatos en este punto, y precisamente cuando estaba allí había uno de acrobacias en bicicleta.

Desde este punto, se desciende en unos autobuses gratuitos que están para este cometido, y que te llevan hasta la estación central (la estación de partida).

El balance de este viaje en general es positivo, pese a que si pudiese, lo volvería a repetir pero por mi cuenta.

El parque es inmenso y se necesitan al menos cuatro días para poder visitarlo mínimamente bien; hay bastante por ver y mucho que visitar. Encuentro que el turista chino no lo valora realmente como se debe, ya que su obsesión por tomarse una foto, en lugar de disfrutar del paisaje, hace que pierda todo su encanto; eso y que a pesar de las muchas advertencias, la gente arroja basura fuera de los contenedores, algo que realmente me entristeció.

Vale la pena, es un “must” dentro de China, y si tengo la oportunidad de volver a China, volvería a repetir esta aventura.

Visitando los alrededores de Fenghuang

Una visita que no tenía en mis planes, pero que me resultó bastante safisfactoria fue el regreso a Fenghuang; esta vez, visitando sus alrededores. En esta ocasión no fui por libre; fue una visita organizada, gracias a los chicos de FCSA.

La visita se hizo en dos días, y aunque intensa, se logró descubrir un poco más acerca de la cultura del lugar.

Fengshuigu (风水谷): la primera parte del día la dedicamos a este parque, el cual tiene como atracción principal una gran cascada, de 100 mts de altura aproximadamente.

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La muralla china del sur (Miaojiang Great Wall): construida durante la dinastía Ming para proteger a los Han de los ataques de la etnia Miao, es una parte de la gran muralla que es desconocida por muchos (generalmente, la muralla más visitada es la que se encuentra cerca de Beijing).

En una parte de la muralla se encuentra el campo militar de Lahao, una antigua guarnición militar.

https://www.flickr.com/photos/kiketapia/27507816420/in/photostream

Laojiazhai: Por la tarde nos desplazamos a un parking muy grande, en donde pasaríamos la noche; no sin antes pasar a cenar en una pequeña villa habitada por miembros de la etnia miao (de hecho, es considerada el corazón de la misma). Allí cenamos comida típica de la región, y pudimos disfrutar de un tipo de alcohol originario de la región, que para mi gusto, es de los mejores que he probado, el “mijiu” (alcohol de arroz o 米酒); de un sabor dulce, es un masaje al paladar, que se disfruta con cada sorbo.

Las mujeres de la etnia miao nos cantaron canciones de bienvenida, y con sorpresa, nos untaron una especie de barro negro en la cara (personalmente esta costumbre no me gustó, pero bueno…), se supone que muestra la buena voluntad de los miao, y ofrece suerte a los “embarrados” (llevaba una camiseta blanca, que quedó como canta Juanes, negra).

Despúes de cenar, nos dispusimos a disfrutar de la última actividad del día.

Shangjiang Miao Village: en este pequeño poblado, asistimos a un espectáculo llamado “historia miaozhai” (苗寨故事); en este espectáculo, se contaba la historia de los miao, la creación del alcohol de arroz, y finalmente, como no, de una historia de amor.

Al finalizar, se hizo una fogata, se bailó alrededor de ella, y para acabar regresamos al párquing para pasar la noche al aire libre.

Este fue un poco el momento de desmadre: se bebió cerveza, se intentó hacer vida social (que a mí me cuesta bastante) y se bebió bastante “mijiu”. Yo quería saber qué tipo de resaca producía este tipo de licor; para mi sorpresa, me levanté bastante bien. No obstante, varios de mis compañeros de viaje no corrieron con la misma suerte (entre vómitos y lamentos continuaron con el viaje). Creo que no bebí lo suficiente para poder hacer conclusiones al respecto.

Al día siguiente nos dirigimos a Fenghuang; en el hotel disfrutamos de un buen desayuno e hicimos el típico paseo en bote por el río Tuojiang, probamos de nuevo “mijiu” (los hay de diferentes tipos y de diferentes grados de alcohol) y ya por la tarde regresamos a Changsha.

Fue un fin de semana intenso, y agotador. Eso sí, me llevé una grata impresión. En mi primer viaje a Fenghuang, sólo me dedice a visitar la ciudad (que tampoco es muy grande), ignorando por completo su entorno, que para mi sorpresa, tiene bastantes tesoros por descubrir.