Llevo casi una semana en Beijing y el choque cultural respecto a occidente se siente. De momento, el aspecto comida me está costando bastante y estoy sobreviviendo a punta de yogurts, arroz y patatas fritas. El 26 de febrero entramos a vivir a la residencia universitaria, y el panorama parece mejorar (esperemos que también el aspecto alimentario).
Como recién llegado a Beijing, y amateur en estas cosas de viajar con la mochila a cuestas (si clasifican dos maletas como mochila, claro está), son cinco cosas que me han marcado:
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El ver y escuchar escupir constantemente en las calles puede llegar a ser bastante incómodo.
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Las multitudes pueden ser bastante agobiantes, especialmente en el Año Nuevo Chino.
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La contaminación parece ser más un bulo que otra cosa; no se nota tanto en el aire como suelen comentarlo (eso o por ser Año Nuevo Chino hace que se reduzca la actividad, y por ende, la polución). Bueno, la verdad sí que se nota (es una especie de neblina continua) pero lo dicho, no te limita las actividades del día a día.
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El olor a condimento y a comida por todo sitio: en el metro, en el bus, en la calle…
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El sistema de transporte está bastante logrado, y no tiene nada que envidiarle a ninguna de las capitales europeas (de hecho, supera a alguna de ellas en eficiencia).
Obviamente con el paso de los días la perspectiva cambiará (más si debo estar aquí durante unos meses), pero es interesante ver qué aspectos son los que más marcan al llegar a un país que aún es tan diferente.
Mis aventuras por el mundo 